|
CHARLAS CON UN MAESTRO SAMMASATI

Por: Gongpa Rabsel Rinpoché
Lama Sammasati para Latinoamérica
Anapanasati: La meditación de la atención
plena en la respiración
La
meditación anapanasati es una técnica de meditación budista que se
centra en la atención plena a la respiración. Es una práctica sencilla
pero poderosa que puede ayudarnos a cultivar la concentración, la
atención plena y la compasión.
El origen de la meditación anapanasati se remonta al budismo temprano,
hace más de 2.500 años. La práctica se menciona por primera vez en el
Sutta Pitaka, una colección de discursos del Buda. En el Anapanasati
Sutta, el Buda enseña a sus discípulos cómo practicar la atención plena
a la respiración.
La meditación anapanasati se ha practicado durante siglos en el budismo.
Es una práctica central en el budismo Theravada, que es la forma de
budismo más practicada en el mundo. También se practica en otras formas
de budismo, como el budismo Mahayana y el budismo Vajrayana.
En Occidente, la meditación anapanasati se hizo conocida por primera vez
a través de la obra de los maestros budistas zen, como Thich Nhat Hanh y
Shunryu Suzuki. En las últimas décadas, la meditación anapanasati se ha
popularizado en Occidente, y es practicada por personas de todas las
religiones y culturas.
La palabra anapanasati se compone de tres palabras sánscritas:
Ana significa "inhalar".
Pana significa "exhalar".
Sati significa "atención plena".
Por lo tanto, anapanasati se puede traducir como "atención plena a la
respiración".
Para practicar anapanasati, puedes seguir estos pasos:
Encuentra un lugar tranquilo donde puedas sentarte cómodamente.
Cierra los ojos y lleva tu atención a tu respiración.
Observa el flujo de tu respiración sin juzgarla.
Cuando te des cuenta de que tu mente ha divagado, no te preocupes.
Simplemente vuelve a centrar tu atención en tu respiración.
Continúa practicando durante unos minutos.
La meditación anapanasati puede ofrecernos una serie de beneficios,
entre los que se incluyen:
Mejora la concentración: La práctica regular de anapanasati puede
ayudarnos a mejorar nuestra capacidad de concentración.
Aumenta la atención plena: La atención plena es la capacidad de estar
presente y consciente de nuestros pensamientos, sentimientos y
sensaciones. La meditación anapanasati puede ayudarnos a cultivar la
atención plena.
Reduce el estrés y la ansiedad: La meditación anapanasati puede
ayudarnos a relajarnos y reducir los niveles de estrés y ansiedad.
Mejora el sueño: La meditación anapanasati puede ayudarnos a dormir
mejor.
Aumenta la compasión: La compasión es la capacidad de sentir empatía y
compasión por los demás. La meditación anapanasati puede ayudarnos a
cultivar la compasión.
La meditación anapanasati es una práctica sencilla pero poderosa que
puede ofrecernos una serie de beneficios. Si estás interesado en
aprender más sobre esta técnica, hay muchos recursos disponibles en
|
|
línea y en bibliotecas.
Si tienes alguna inquietud o
comentario, no dudes en ponerte en contacto conmigo al correo
electrónico gongparabsel@gmail.com o al WhatsApp +57 314 623 83 08.
PEREIRA: ¡DE HEROICOS FORJADORES A
EXPERTOS SAQUEADORES!

Por: Álvaro Ramírez González
alragonz@yahoo.es
Me voy a
referir a Pereira, mi ciudad, que cumplió 160 años de su fundación, pero
aplica para todas las ciudades del país.
Por la edad que tengo, me tocó conocer y dirigir otra ciudad, con otro
manejo, y otra muy distinta clase dirigente.
Conocí el civismo en su máxima expresión, el servicio público gratuito y
el sacrificio personal por la comunidad.
La política también era fiera, pero sin ánimo de lucro.
Conocí una camada de viejos, que ya se fueron, pero dirigieron esta
ciudad, la construyeron, la volvieron capital de departamento y la
cuidaron siempre.
Y hoy vivo, la politiquería y el saqueo en su máxima expresión.
Una generación mucho más preparada en lo académico, pero con la ética,
totalmente relajada.
La contratación pública, el botín por el cual invierten millonadas y se
despedazan por ganar.
Esa contratación hábil y milimétricamente amañada desde lo jurídico y
técnico, para evitar ser descubiertos y sancionados.
Cuando escucho la acusación de una candidata muy seria, que este Alcalde
firmó como 3.000 contratos basura, para apoyar con $25.000 millones del
dinero de nosotros, la campaña del candidato amigo, siento verdadero
dolor.
¡Siento ira!
Siento que allí hay un delito, un atraco a las finanzas municipales.
¡Y los organismos de control, inútiles anestesiados y cómplices de la
fiesta de la politiquería y el despilfarro!
En mi Alcaldía, no se hizo un solo nombramiento nuevo ni se otorgó un
solo contrato de prestación de servicios a nadie.
¡Ni uno solo!
Eran otros tiempos.
Conocí personajes como Gonzalo Vallejo, Rafael Cuartas, Francisco
Polanco, Fernando Agudelo, el padre Antonio Valencia, y muchos otros que
con mucha pena omito por limitaciones de espacio, que ejercieron sus
cargos y sus tareas con tanta honradez, desprendimiento y civismo, que
parecían seres venidos del mismo cielo.
Hoy entran Alcaldes pobres y salen ricos, en 4 años, sin siquiera
sonrojarse.
¡No se ponen siquiera colorados!
¿Qué tal estos nuevos exfuncionarios sin empresas, sin negocios y sin
herencias, y sin trazabilidad económica alguna, dueños de mansiones en
los sectores más exclusivos de la ciudad?
¿De dónde sacaron tanto dinero?
Ellos creen que poniendo la propiedad a nombre de un tercero se libran
de la sanción social.
Y son los mismos vecinos los que salen a denunciarlos y a hacer públicas
esas grotescas aventuras éticas y financieras.
Hoy, un ex político que fue prófugo de la justicia y ausente por varios
años del país, regresa a mi Pereira, a intentar poner a su
|
|
señora de gobernadora.
¿Así no más?
¿Ese es el premio que le debemos dar a
un político por salir a la carrera y mal salido, a buscar refugio y
escondite en otro país?
¿Así está de degenerada la política?
¿Todo esto lo puede comprar el dinero?
Hemos llegado a un estado lamentable.
Un gobernante repartiendo mercados con su nombre impreso en las bolsas.
¿Caridad?
¿Politiquería barata?
¿Todas las anteriores?
Una obra que se presenta como una gran solución vial, y se recortan sus
especificaciones y su presupuesto tan descaradamente, que terminó siendo
en un verdadero desastre vial.
¿Les suena la Glorieta de Corales?
¿Quién responde?
¿Nadie?
¿Se acuerdan de un Alcalde con muchos Concejales paseando y rumbeando en
San Andrés de cuenta nuestra?
¿Se acuerdan de otro Alcalde en Miami, con una buena parte de su
gabinete en bermudas y camisas de palmeras, dizque vendiendo caimanes,
en la ciudad de los Everglades, el pantano, que más caimanes produce en
la tierra?
¿Se acuerdan de la Incubadora de Empresas que costó una millonada y no
incubó ni una sola?
¿Se acuerdan del Teleférico del Alto del Nudo, con el que un paseó por
todo el mundo un avispado funcionario con un proyecto que nunca tuvo
sentido económico y naturalmente fue un verdadero fiasco?
¿Se acuerdan del Embalse multipropósito del Río Mapa, que fue un cuento
chimbo mas?
¿Se acuerdan de un Alcalde que le metió a la ciudad como 2.500 taxis de
más que no necesitaba?
¡Qué lindo negocio socio!
Se acuerdan del reciente desfalco en el hospital San Jorge de $20 mil
millones
por el que nadie respondió?
¿Y hoy el exgobernador y mayor responsable de este impune desfalco,
pretende que lo premiemos eligiéndolo Concejal?
¿No les da vergüenza?
¡No la conocen!
La lista es interminable.
Aquellos hombres de esa época que conocí, ya no están.
Y esta nueva generación, ha convertido la política en un negocio para
llenar sus bolsillos.
Y para ello, hay que disfrazarse de comprometidos líderes con la
comunidad.
Eso es lo que hacen los asesores y maquilladores.
Disfrazan muy bien el lobo de ovejita.
Las redes sociales, la educación y la información pública nos irán
cambiando la manera de votar.
Recuerdo con nostalgia a esos viejos que admiré y me dieron tan buen
ejemplo de civismo, amor por la ciudad y vergüenza.
Hoy esa pelea de clanes por la Alcaldía, no es más que una grotesca y
vergonzosa lucha por un botín: el presupuesto municipal.
Pero de civismo, amor por Pereira, compromiso con la comunidad y
vergüenza, poco, muy poco.
¡Casi nada!
|
|