|
En teoría, hay 8.500
guerrilleros de ELN y disidencias en cese el fuego

Si se cumplen los pactos entre el
Gobierno y los grupos guerrilleros en el marco de la política de ‘paz
total’, en estos momentos no menos de 8.500 hombres-arma de estas
facciones subversivas deben estar en tregua con el Estado.
A partir de la madrugada del martes empezó a regir el decreto 1640 que
establece el “cese de operaciones militares ofensivas y operaciones
especiales de la Policía” contra la facción del “Estado Mayor Central” (EMC),
que agrupa a las disidencias de las FARC, es decir, a las facciones de
esa guerrilla que no se acogieron al proceso de paz y desmovilización de
2016 y continuaron delinquiendo.
Este “cese de operaciones ofensivas”, que es correspondido por el grupo
subversivo en iguales términos, fue pactado en la reunión de la mesa de
negociación el pasado domingo en Tibú (Norte de Santander) y se hace
como antesala al “cese al fuego bilateral y nacional”, que empezará a
aplicarse desde el próximo lunes y hasta enero de 2024, con todos los
mecanismos de monitoreo y verificación respectivos. Por igual, las
partes se comprometen al respecto al Derecho Internacional Humanitario y
los derechos humanos, es decir, que la guerrilla no puede atentar contra
la población civil, realizar actos de terrorismo ni afectación a la
infraestructura y movilización ciudadana.
Esto significa que es el segundo grupo guerrillero que se compromete a
no atacar a la Fuerza Pública ni a la población en el marco de la
política de “paz total” del Gobierno.
Como se sabe, desde el pasado 3 de agosto comenzó a regir, según el
decreto 1117 del 5 de julio, el cese al fuego bilateral y temporal de
carácter nacional con el ELN, que irá inicialmente hasta el 29 de enero
de 2024 y podrá ser prorrogado con base en la valoración que se realice
en la Mesa de Diálogos de Paz de los informes que presente el Mecanismo
de Monitoreo y Verificación, y conforme a lo acordado por las partes.
Víctimas de los
‘falsos positivos’ demandaron al Estado colombiano por trabas en la
reparación integral

Diversas organizaciones de la sociedad
civil interpusieron una denuncia en contra del Estado colombiano por
presuntos “tropiezos” a los que han tenido que enfrentarse familiares de
víctimas de ejecuciones extrajudiciales para acceder a la justicia y a
una verdadera reparación integral.
La Comisión Colombiana de Juristas (CCJ),
la Corporación Colectivo Sociojurídico
|
|
Orlando Fals Borda (Colectivo OFB), la
Asociación para la Promoción Social Alternativa (Minga), Humanidad
Vigente Corporación Jurídica (HVJ), el Colectivo de Abogados y Abogadas
“José Alvear Restrepo” (Cajar) y la Corporación Jurídica Libertad (CJL)
presentaron la denuncia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(Cidh). Estas organizaciones representan a 308 familiares de 53 víctimas
de los mal llamados “falsos positivos”.
De acuerdo con un comunicado firmado por las organizaciones, las
inconformidades de las familias se basan en el establecimiento de un
plazo de dos años para que se presenten demandas ante la jurisdicción de
lo contencioso-administrativo, referentes a crímenes de lesa humanidad y
crímenes de guerra. Es decir que, desde que se tiene conocimiento de los
hechos, empieza a correr el tiempo para poder presentar la demanda y, de
esta manera, poder contar con una reparación integral.
Esta medida, que quedó en firme en 2020 por decisión del Consejo de
Estado y la Corte Constitucional, sería contraria a lo establecido en
estándares interamericanos y en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, toda vez que representaría trabas para que los familiares de
las víctimas interpongan el recurso y puedan acceder a la reparación
integral que precisan.
“Esta medida desconoce lo que han dicho tribunales regionales como la
Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), que ha asegurado
que este límite de tiempo no aplica para esta clase de crímenes”, señala
el comunicado de las organizaciones.
Atentado con 'burro
bomba' de las FARC violó las leyes de la guerra: JEP

El atentado con el 'burro bomba'
llevado a cabo por las FARC en el municipio de Chalán, Sucre, en 1996,
sigue siendo un doloroso episodio en la historia colombiana. La
Jurisdicción Especial para la Paz emitio un veredicto que arroja nueva
luz sobre este acto violento, calificándolo como una violación a las
leyes de la guerra, marcando un hito en la búsqueda de justicia y
reconciliación en el país.
La JEP, encargada de esclarecer y juzgar los crímenes cometidos durante
el conflicto armado en Colombia, calificó el acto como un crimen de
guerra por perfidia, subrayando que las FARC infringieron el Derecho
Internacional Humanitario (DIH) al disfrazar a un joven guerrillero de
15 años como civil y utilizarlo para llevar el explosivo hasta la
estación de Policía. La incineración de los cuerpos de los agentes que
sobrevivieron al ataque también fue condenada como una muestra de
crueldad inaceptable.
Para respaldar esta decisión, la Sección de Apelación de la JEP señaló:
"Haber fingido la condición de civil de quien condujo y ubicó el
artefacto explosivo frente a la estación de Policía, asesinar a los
agentes que habían depuesto las armas e incinerar sus cuerpos,
desconoció las exigencias mínimas de lealtad en la conducción de
hostilidades, constituyó un claro ejemplo de perfidia, y vulneró
prohibiciones expresas del DIH, todo lo cual tornó la acción militar en
una violación a las leyes de la guerra."
No obstante, la JEP también reconoció que el objetivo del ataque, la
estación de Policía, era legítimo en el contexto del conflicto armado
colombiano. Argumentaron que la explosión no afectó infraestructuras
críticas ni bienes esenciales para la supervivencia de la población
civil, lo que llevó a considerar que el objetivo era válido. La JEP
|
|
destacó que las FARC tomaron medidas
de precaución para evitar daños innecesarios a la población civil.
Sin embargo, esta decisión desencadenó
un debate interno en la JEP, con la magistrada Sandra Gamboa Rubiano
expresando su desacuerdo. Ella lamentó que la JEP haya considerado
aspectos no discutidos previamente durante el proceso y advirtió sobre
el riesgo de legitimar la consideración de menores como objetivos
militares válidos, lo que supondría una grave vulneración de los
derechos humanos.
“Durante el trámite de amnistía
adelantado en la primera instancia el debate se centró en la legitimidad
del objetivo de la incursión armada de la otrora FARC-EP y no se
advierte que se hubiesen puesto en cuestionamiento los métodos de guerra
utilizados por esa organización, por ello, cualquier asunto relativo a
ese tema no fue controvertido por la defensa ni puesto en consideración
de las víctimas o del Ministerio Público, tornándose la presente
decisión en sorpresiva y ajena a cualquier tipo de ejercicio dialógico”,
dijo Gamboa.
El caso del 'burro bomba' continúa siendo un punto de referencia en la
búsqueda de justicia y reconciliación en Colombia, y la JEP sigue
desempeñando un papel crucial en la revisión de los crímenes cometidos
durante el conflicto armado. La decisión también generó preocupación
sobre la posibilidad de una macrovictimización en casos como este, lo
que podría llevar a un reconocimiento más amplio y garantista de las
víctimas y sus derechos en el futuro.
Los 55 elefantes
blancos que le cuestan $1,5 billones a Bogotá: Contraloría
En cumplimiento de una auditoría
realizada para la vigilancia y el control fiscal de más de $3,8 billones
en Bogotá, la Contraloría General de la Nación y la Contraloría
Distrital, hallaron 55 proyectos catalogados como ‘elefantes blacos’ en
la capital.
La acción conjunta de las dos contralorías tuvo como objeto validar el
alcance y optimización de los recursos públicos asignados y ejecutados
por el distrito para el sector de la educación, específicamente para el
Programa de Alimentación Escolar (PAE), infraestructura educativa y
algunos recursos asociados a la cultura, recreación y deporte, para la
vigencia 2022.
En la actualidad el distrito cuenta con 406 instituciones educativas
(745 sedes) y 765.102 estudiantes con matrícula oficial registrada en el
Sistema Integrado de Matrícula (SIMAT).

Durante la presentación de la
auditoría, el vicecontralor en funciones de Contralor General, Carlos
Mario Zuluaga, se refirió al tema y aseguró que, “en Bogotá tenemos
varios proyectos dentro del Programa de Infraestructura Educativa que
aún no han sido completados y que se encuentran en la categoría de
elefantes blancos, obras críticas o proyectos sin concluir. Son 55
proyectos con este estatus, representando una inversión de 1.5 billones
de pesos”.
Así mismo, el director para el Sector Educación de la Contraloría de
Bogotá, Andrés Rojas Palomino, resaltó que “hemos iniciado un trabajo
muy completo y articulado de control fiscal sobre los recursos para la
educación en Bogotá, con todas las capacidades y la tecnología de las
contralorías, para garantizar que nuestros estudiantes cuenten con todo
lo que necesitan y que cuidemos hasta el último peso”.
De acuerdo con los entes de control fiscal, el seguimiento continuará y
sus resultados se darán a conocer en diciembre de 2023.
|
|